Friday, April 20, 2012

Atenea

Marmol pentelico,
contagiosa frialdad,
de una civilizacion en ruinas,
otrora colorida
donde adoraban
a dorados dioses
del olimpico evento del destino:
La sabia lechuza
con nikes alados
cuidando la ciudad
y Poseidon
a sus afueras.
Y ahora?
la Acropolis es necropolis,
cantera para
vandalos y barbaros,
Lord Elgin
reencarnado en 
perros callejeros
y sarnosos,
deambulando como hienas
por el metro de Syntagma, 
comiendo los restos
frente al parlamento.
Y aun?
la mano en el pecho,
sin despecho,
mirando agradecidos
la danza
del cambio de guardia
frente a la tumba 
del soldado desconocido.
Oyendo los silbidos
de pajaros cantores,
del jardin botanico
que como oasis llama
a Atenas, 
la griega, 
la huelguista, 
la viva,
vibrando fuera 
de textos
escolares de
la antiguedad,
enviando flechas
que encienden llamas
de juegos
colosalmente 
modernistas.
y luego?
el ocaso,
sin contemplaciones
tras el templo de Zeus,
tragando pitas y jugosos
suvlakis
enjuagados con alphas 
y mythos, 
frente al bazaar de pulgas
de Monastiraki,
donde hace ya tanto 
no se paga con drachmas.
y la mirada? 
dirigida hacia el 
horizonte,
buscando en vano el protectorado
del aegis,
de algun semidios?
y es que Atica es liquida
incortable,
flujo de bancos bajo
arboles
en parques liquidados
y esparcidos en los mapas
de google
del mapamundi
aplanado en un pañuelo.
y las ofrendas?
solo en los museos,
en los sitios eternamente
restaurables,
y arqueologicamente
suculentos,
bajo el apetito de viajeros
que aprovechan 
las gangas aparentes
para ser y estar en ese
momento,
francamente inalcanzable,
en el que nada existia,
ni tan siquiera nuestra era.

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