Las mujeres que admiro
van envueltas de ternura,
tienen una sonrisa
incluso en la desventura.
Van cortando tomates
para el pure del almuerzo,
van cargando jolongos
entre bromas y reguero.
Dan de lactar a los hijos,
abrazan, regañan, aleccionan,
mas tarde aun con carmin en los labios
bailan hasta la madrugada que aflora.
Continuan al trabajo,
en la labor de cada dia.
Y lloran a veces,
y rien de veras,
y cascan las nueces
y multiplican los peces.
Las mujeres que admiro
tienen algunas arrugas
que muestran lo que han vivido,
lo sufrido, y también
el placer adentro contenido.
Otras aun tienen la tez
tersa como una manzana,
danzan como hadas de azucar
con vanidad y altivez desenfrenada.
Todas poseen bondad,
todas viven el momento,
todas me ayudan
a pensar,
a crecer,
y a vivir en el tiempo.
Bailarinas como Clara,
de un Chaikovski
que un sueño reclama.
Se apasionan,
se ilusionan,
y de un soneto
se enamoran.
Diversas como son,
todas tienen algo en comun:
Me incitan al intento de ser yo,
y hacen girar al mundo con su luz.
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