candilejas,
adoquines por Manrique,
figurines de Figuras,
pregoneros de venenos
que dan ritmo con la voz
a marineros.
puerto de perlas,
bahia,
con Morro que ilumina
a nadadores,
comerciantes,
y otras almas
en maderos,
balsas,
y veleros.
isleños con miedo al mar,
oleaje de 30 grados,
invierno sobrenatural,
sin nieve,
ni frialdades,
solo
sol que raja
petrificando mediodias
frente a ventiladores,
moviendose como
Octubre en sus ciclones.
mangos,
mameyes,
guajiros,
todos llenos de colores,
interseccion
de cuatro caminos
con cajones y silbidos.
Eroticos piropos,
que persiguen
a las faldas,
criollas con escobas,
que barren sin medida,
esa urbana poesía
de sonrisa
y sateria.
Plazas repletas
en Mayo,
huevos fritos
con el pan,
y un refresco,
algún refrán,
un pollo en la barbacoa,
la ternura,
carcajadas,
el chiste no ha de faltar,
sobre un camello
en Sahara con joroba.
Magia de collares,
amigos,
mariposas que regresan,
a libar nectares,
creidos ya cansados
y perdidos.
Rituales tan particulares,
del zapatero
que trabaja
reparando el culebron
en el viejo televisor.
Asi va pasando el tiempo
entre besos,
catedrales,
grandes almendras que ruedan,
serpentinas,
pañoletas,
juegos de bolas,
la tacha,
gritos desde balcones,
cacofonia
de salsa mezclada
como ajiacos,
champolas,
o como todas las razas.
Olor a mar que penetra,
tendederas,
rock and roll
de arcaicos trovadores
que se sienten en primor.
Gafas que cubren miradas,
esperanzas,
estupor,
una ciudad que aun vibra,
como dama que
Leal,
anda por
callejuellas
descubriendo cada umbral.